viernes, 9 de agosto de 2019

Se llamaba carcinoma

Punto estratégico de la habitación, frente a la blanca pared.
Dicen que el blanco representa la pureza, lo limpio, la claridad…

Odio ese color, no me representa.

Dejo el espacio justo para situarme frente al lienzo y colocar la paleta de emociones.

Naranjas, rojos…  “¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Qué voy a hacer? ¿Cuánto me queda?”

Pinceladas turquesas y azules. El amanecer, inicio de un largo camino.

Pasaban los días y seguía mirando el níveo color de mí cuadro,

frente al cual pasaban numerosas batas blancas, familiares tristes,

y unas cuantas margaritas, que se desecaban tapando las vistas de mi pintura.

A veces el muro, más que un paisaje, parecía una diana contra la que arremetía,

otras un confesor, una hoja en blanco donde escribir mis preguntas sin respuesta.

Y pasaban los días y las náuseas, las risas y la vida.

Dos años, tres meses, 4 días, 6 horas, 25 minutos y  30 segundos, ¡Ya!

El cuadro que al principio aparentaba ser un amanecer, ahora era el final de mi lucha.

Negro, azul, oscuridad, noche estrellada. Luto, Alta.

Por fin.

No me da pena despedirme de ti, me has hecho mucho daño, pero he aprendido.

Es cierto que no me voy físicamente entera, pero sí nueva y con ganas de vivir,

de cumplir sueños que no conocía antes de empezar esta difícil aventura.

 ¿Y saber qué? Pintaré muchos cuadros,  esta vez sobre lienzos de verdad,

plasmaré lugares en mi mente y pintaré en la cima de una montaña,

en la orilla del mar, al borde de un barranco, con los pies en el agua helada de un rio.

Porque estoy aquí, soy fuerte y te he ganado, ¡Chúpate esa!


¡Bueeenaas a aquellos y aquellas que se aburran tanto como para leer mi blog! Casi tres meses he tardado en subir este escrito. He tenido muchos dilemas sobre si subirlo o no, puesto que habla de una situación que muchas personas sufren y cada una experimenta e interpreta a su manera. Me daba miedo apropiarme de sentimientos e interpretaciones que no he experimentado y que ofendieran o hirieran a personas que realmente han sufrido esta situación, por ello quiero dejar claro que lo he escrito desde el máximo respeto y sin ánimo de ofensa. 


Os podéis preguntar “Y esta tía, ¿por qué ha escrito sobre esto? Y la verdad es que no tengo muy claro en qué momento empecé a escribirlo, sé que fue cuando estuve de prácticas en un hospital en Barcelona; batas blancas, pasillos largos, familiares  y amigos, soledad, duelo, emociones… Supongo que esa atmósfera que se crea en torno a cada persona me inspiró un poco a escribir esto aunque no estuviera con ninguna persona que padeciera cáncer. 


Por otro lado mandar mucho ánimo a todas aquellas personas que luchan en su día a día para superar un cáncer, animo también a todas las personas de su entorno y sobre todo mucha fuerza, porque eso es lo que creo que son las personas que están en esas situaciones, fuertes, pero no solo físicamente también emocionalmente. 


Espero que os haya hecho que pensar. ¡Hasta el próximo post!