lunes, 27 de febrero de 2017

Inamovible.

Tic, tic.
El manto cenizo cubre lentamente
el inmenso fondo índigo.
Tic, tic.
No falta mucho para el esperado momento,
que observaré desde el otro lado de mi cárcel de cristal.
Tic, tic.
Y por fin llegó.
Tic, tic.
La gravedad actúa sobre los minúsculos cuerpos acuosos,
haciendo que se entreguen al aire.
Tic, tic.
Disfrutan de los escasos segundos de libertad,
hasta que finalmente se rompen en el impacto
contra la dura realidad.
Tic, tic.
Es el comienzo de su nueva vida.
Tic, tic.
Inédita perspectiva, que sufrirán
hasta terminar el ciclo,
otra vez en busca de su privilegio momentáneo
de libertinaje,
que regocijarán hasta volver a anexionarse
con la abstracción cambiante.
Tic, tic.

miércoles, 8 de febrero de 2017


                                                            
                                        I

Ingenuos de vosotros que intentáis difuminar hasta hacer desaparecer las palabras escritas en el papel. Y parece tan fácil, con una fina capa blanca pensáis que ha expirado esa parte de vuestra invisible biografía. Pero no nos engañemos solo habéis soterrado, aquello que os ha desgarrado. Dejad de haceros daño y aceptad vuestro pasado.





¡Bueeenaaas a todos aquellos que se aburran tanto como para leer mi blog! Hoy me dirijo a vosotros/as para comentaros que tengo un problema (bueno…en realidad varios, pero hoy os hablaré de uno en concreto). No me cuesta escribir un poema si no poner un título a esos pensamientos o reflexiones.

En el diccionario de la real academia española (en la edición del 2014) al parecer hay 93000 palabras con su respectiva definición y aun y todo soy incapaz de elegir una o elaborar una oración bonita y elegante para mis poemas… pero he de decir que me consuela saber que no soy la única persona que sufre de esta enfermedad rara a la que he decidido llamar “distitulexia”.  No sé si os habéis preguntado alguna vez por qué los poetas o escritores ponen como título números romanos… pues os lo contare ¡SUFREN DE DISTITULEXIA! No pasa nada… tranquilos… no es una enfermedad contagiosa ni nada por el estilo (o eso creo jajaja).

Tras haber contado mi loca teoría y picaros con el gusanillo del arte de poner títulos, os dejo. Un besito desde Barcelona;

                                                                       ¡Hasta el próximo post!